Proviene de un sitio arqueológico que contenía dos enterratorios de la Cultura Aconcagua (900-1450 d.C.) descubierto en Villa Alemana en 1984, el que fue sometido a un salvataje por Jaime Vera, funcionario del MHNV en esa época. Fue descrito como una pieza alargada: "Resalta la presencia de un objeto cerámico que no es recipiente, de función desconocida y no descrito hasta ahora en la literatura arqueológica relacionada con el Complejo Aconcagua", a lo que agrega: "las características tecnológicas de su pasta y cocción indican su asimilación al tipo Pardo-Alisado" (Vera, 1985: 7-8).
Según el arqueólogo José Miguel Ramírez (2019), el sitio arqueológico se trataba de dos enterratorios que estaban acompañados por ollas y jarros con diseños Aconcagua y Diaguita. Uno de los individuos tenía a los pies un artefacto de cerámica que parece ser un tamboril. El cuerpo está formado por un cilindro tronco-cónico unido a un cilindro alargado más angosto, cuyo extremo debió estar cubierto con cuero.
Ramírez (2019) señala que junto al hallazgo ocasional de "flautas de pan" de piedra pulida en algunos sitios del período Aconcagua (Pérez de Arce, 2014), este tamboril es la única referencia a la música prehispánica en la zona central de Chile. El monótono sonido de las flautas y tambores deben haber sido parte fundamental de algún ritual destinado a comunicarse con los espíritus a través del trance, rasgo que se reconoce en el origen de los "bailes chinos" de las cofradías que rinden culto a la virgen o al niño dios hasta la actualidad.
Intrigado por la función desconocida de la pieza, en la década de 1990, es estudiada por el investigador Carlos González Vargas (1994), quien manda a hacer a un artesano una réplica de la pieza de nuestro museo para explorar las posibilidades de uso, encargando a otro artesano completar la pieza con un paño de cuero, según las referencias encontradas para el noroeste de Argentina y en relación a los kultrún mapuches, llegando a la conclusión de que se trataría de un tambor o tamboril y que su confección y uso podría atribuirse a grupos Aconcagua-Inka del Período Tardío (1450-1536).
González (1994) plantea que los cronistas de los dos primeros siglos de la Conquista de Chile hacen mención al uso de tambores entre los indígenas chilenos, entre ellos podemos citar a Núñez de Pineda y Bascuñán, quien habla de un "tamboril" en manos de su amigo Quilalebo, reiterando el término en varias páginas de su obra (Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, Cautiverio feliz y razón individual de las guerras dilatadas del reino de Chile [1673] 1882: 199.).
Referencias Bibliográficas
González V., Carlos, 1994. Una Pieza Cerámica de uso Desconocido del Complejo Cultural Aconcagua. Revista Aisthesis n°27, Instituto de Estética, Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, pp. 111-119.
Ramirez, José Miguel, 2019. Del período Arcaico a la llegada del inca: Breve síntesis arqueológica de la Región de Valparaíso. Colecciones Digitales. Museo de Historia Natural de Valparaíso.
Vera, Jaime, 1983-85. Excavación de Salvataje en Quilpué, Chile Central. Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso, Vol. 16, 1983-85, Valparaíso, pp. 5-14.
https://www.surdoc.cl/sites/default/files/library_file/826_0.pdf
