Ascensores porteños: un puente entre la ciudad y el océano que tratan de sobrevivir a la modernidad

Evocando al pasado y proyectando al futuro. Esa frase se podría resumir el exitoso conversatorio realizado el pasado viernes 30 de mayo en el Museo de Historia Natural de Valparaíso y que contó con la presencia del poeta y escritor porteño Juan Cameron y de la presidenta y vicepresidente de la Agrupación de Usuarios (as) de los Ascensores de Valparaíso (ASCENVAL), Pilar Figueroa y el arquitecto, Cesar Obreque.
La jornada, que comenzó puntualmente a las 17:00 horas, fue el poeta porteño quien abrió los fuegos del conversatorio, haciendo hincapié en dos dimensiones fundamentales. La primera es el enfoque social y la función diaria que cumple este medio de transporte en la vida cotidiana de las personas. Y el segundo, el rol que juega la cultura, las artes y el patrimonio en la “conservación” histórica e imaginaria de éstos.
En este sentido, se refirió a los ascensores como medio de trasporte y que éste es un derecho social. Señalando que estas máquinas, como lugares de encuentros, reunión y acceso de movilidad a las personas que se vinculan del cerro al plan y viceversa, pero sin duda son un Patrimonio Vivo de la Ciudad.
Asimismo, indicó y recalcó a que estos aparatos pueden activar la economía de un barrio, de un negocio, y almacenes a través del turismo que generan. “Los ascensores o funiculares porteños pertenecen al paisaje de este puerto. Se trata de una exclusividad y constituyen una de las pocas atracciones de fomento al turismo”, indicó.
Pero sin duda, lo que más llamó la atención de los asistentes, fue la relación que existe entre el arte, cultura y el patrimonio con este medio de transporte. En este sentido, Cameron señaló que estos medios de transporte han configurado una imagen para el externo, el foráneo, o sea. Al turista. Son ellos que a través de pinturas, obras y relatos han creado este imaginario mágico. El cual han sido fuente de inspiración para cultores y artistas
Todos hemos ayudado a crear este imaginario colectivo, pero para que se mantenga vivo, tiene que ser la propia ciudadanía quien haga suyo este espacio. Comprender que la supervivencia de estos aparatos responde a la unión social que tengamos como ciudadanos pensantes, que valoramos nuestro patrimonio y somos capaces de defenderlo, no como una postal, sino que como un patrimonio vivo, ese que es utilizado por familiares, amigos y vecinos. Ese que me recuerda a la niñez. Ese que me transporta y ese que es y será parte de mi vida.
Luego de exposición del poeta Juan Cameron, fue el turno de la Agrupación de Usuarios (as) de los Ascensores de Valparaíso (ASCENVAL), Pilar Figueroa y el arquitecto, Cesar Obreque.
Pilar Figueroa, Presidenta de ASCEVAL destacó el rol de los ascensores, pues son medios de transporte público que conectan los cerros con la planicie, facilitando la movilidad diaria de cientos de vecinos. Por ello, su deterioro no es solo un problema técnico o estético, sino que impacta directamente en la vida social, cultural y política de la ciudad, afectando el derecho a una ciudad digna y accesible para sus habitantes
En esta línea, el arquitecto y vicepresidente de ASCENVAL, Cesar Obreque tiene un diagnóstico claro y a punta a la falta de un diseño institucional adecuado para recuperar, operar y mantener una red de ascensores con una visión de transporte sostenible en el largo plazo.
Y propone una posible solución y es que los ascensores sean administrados y operados por una sola entidad que cuente con la capacidad técnica, financiera y con autonomía política para que puedan operar de forma segura y confiable la red de ascensores de Valparaíso.
Ascensores: pasado – presente y futuro
Conocidos mundialmente no sólo por su belleza, sino que también por el importante acervo cultural que significa para la ciudad de Valparaíso, los ascensores han sufrido los vaivenes propios de la modernidad Y que están a la vista de todo el mundo.
Su desarrollo se comenzó a forjar en la segunda mitad del siglo XIX en Inglaterra, cuando se comenzó a desarrollar el acero dúctil, el cual permitió consolidar el cable de acero trenzado, que permitía generar mejor tracción y torsión, permitiendo brindar seguridad a todo el sistema de ascensores.
El primer funicular que se asemeja a los que conocemos como ascensores se construyó en Francia en 1862 en la ciudad de Lyon, en la colina de Fourviere, y que es muy parecido al ascensor Concepción.
En Valparaíso el primer ascensor es el Concepción, que nace en 1883 y se movía con el sistema de balanzas de agua. Fue creado por Liborio Brieva y su objetivo fundamental fue transportar a los primeros habitantes del cerro, pues existía un alto flujo y movimiento peatonal al plan de la ciudad.
La historia tiene momentos. Existen épocas de bonaza y apogeo, pero también de sombras y oscuridad. En un momento, la ciudad puerto llegó a tener 30 ascensores. Incluso 22 de éstos llegaron a funcionar al mismo tiempo. Sin duda, era la etapa de esplendor de este medio de transporte.
Mucha agua ha corrido bajo el puente y la realidad es totalmente distinta. Y las causas suelen ser multifactoriales. Pero los hechos indica que a mayo del 2025 la ciudad cuenta con 6 ascensores en funcionamiento, estos son; Barón; Concepción, El Peral, San Agustín, El Reina Victoria y Cordillera.
En reparación se encuentran el Espíritu Santo, que sufrió un desperfecto en abril de este año y el Polanco, que ya cumplió un año con fallas.
De los demás, mejor ni hablar. Algunos tienen la posibilidad de ver las luz y “nacer” nuevamente, pero otros, lastimosamente quedarán en el imaginario colectivo de las comunidades. En esta última categoría podríamos hablar por ejemplo del ascensor: Arrayán (1974) y Santo Domingo (1977).
Otros están fuera de servicio como; Artillería (2021); La Cruz (1992); Larraín (2010); Monjas (2009); Villaseca (2006). Algunos “inoperativos” como; Florida (2009); Los Lecheros (2007) y Mariposas (2009) entre los más emblemáticos.
Claudio Ampuero, periodista MHNV.