Este sábado 12 de octubre el museo permanecerá cerrado por día festivo.
Dos adultos y dos párvulos pertenecientes a la subdivisión momias negras forman parte de la Colección Bio-Antropológica del Museo de Historia Natural de Valparaíso. Las momias Chinchorro datan aproximadamente del 5050 a. C., y son consideradas las más antiguas del mundo.
Notas de prensa consignan que fueron donadas entre 1913 y 1915 por el entonces Director General de la Armada y Alcalde de Valparaíso, Jorge Montt, luego de viajar a Arica y deambular por varias secciones de la Aduana (Vera, 1981:6-7).
Pese a que se desconoce su lugar de origen, las características de su momificación y la fecha de su donación hacen suponer que se trata de las momias halladas por el arqueólogo alemán Max Uhle, que excavó los cementerios en la playa Chinchorro.
La cultura Chinchorro perteneció a las poblaciones costeras pre-cerámicas y pre-metalúrgicas que habitaron el litoral del desierto de Atacama desde Ilo en Perú hasta Antofagasta en Chile, entre el 7020 a. C., y el 1500 a. C., aproximadamente.
Se diferencian de otros complejos arqueológicos del norte chileno por poseer una desarrollada práctica de momificación de sus cadáveres, que supuso un elaborado culto a los muertos y amplios conocimientos de anatomía humana (Arriaza: 2003).
Modos de vida de la cultura Chinchorro
Hace miles de años un grupo de pescadores habitó la costa desértica del sur del Perú y el norte de Chile. Hoy esa zona es bastante árida, pero en el pasado el afloramiento de aguas subterráneas habría facilitado el asentamiento humano.
Las investigaciones del arqueólogo Bernardo Arriaza sostienen que la cultura Chinchorro tuvo una existencia marítima sedentaria a lo largo de la costa del Pacífico, que les permitió explotar los recursos marinos durante todo el año. (2003: 67-69).
Esta condición se explicaría por la formación de viviendas y poblados con estructuras permanentes y por la existencia de cementerios y momificación artificial, fenómenos que escasamente se observan en grupos nómades.
Dado que se desplazaron entre la costa y el altiplano, complementaron su dieta marina con la caza de auquénidos y aves, con la explotación de recursos en la desembocadura de los ríos, y con la recolección de quinoa y plantas como el junquillo, con el que además fabricaron esteras y cordeles.
Entre los utensilios que confeccionaron destacó el anzuelo de concha de choro pulido con limas de piedra y fabricado con espinas vegetales, las que se doblaban en un extremo para darle la forma de gancho. Esta herramienta, mezclada con pelo humano y pesas cilíndricas de piedra, se amarraba a una lienza de totora para que se sumergiera.
Para la recolección de mariscos utilizaron desconchadores de huesos de costillas de lobo marino, mientras que para la caza de animales emplearon lanzas, dardos, estólicas y arpones con cabezales desprendibles.
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- Bibliografía
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