Pasar al contenido principal

Mito y realidad: arqueología e historia de Juan Fernández

Resignificando el patrimonio

Mito y realidad: arqueología e historia de Juan Fernández

Publicado el 06/04/2022
Grabado que representa un paisaje correspondiente a la Bahía Cumberland dibujado por Vander-Burch
Grabado Ille des Juan Fernández. Vander-Burch 1840 (surdoc.cl, código 4-3144).
Exhibición financiada por Puerto Valparaíso presenta objetos históricos y arqueológicos encontrados en el sitio “Cueva Selkirk”, junto a reproducciones de grabados del siglo XIX, herbarios de especies vegetales y otros que dan cuenta del verdadero tesoro de Juan Fernández constituido por su biodiversidad y la idiosincrasia de sus habitantes.

Nuevo ciclo de exposiciones de colecciones "Resignificando el patrimonio" inicia temporada 2022 con la exhibición de "Mito y realidad: arqueología e historia de Juan Fernández". Disponible para el público en sala Carpeneto del Museo de Historia Natural de Valparaíso hasta el 13 de mayo.

Exposición financiada por Puerto Valparaíso, colaborador que fomenta la valorización del patrimonio regional, la identidad del Puerto, el desarrollo sostenible y su llegada significativa a la comunidad, presenta objetos históricos encontrados en el sitio “Cueva Selkirk”, reproducciones de grabados del siglo XIX, dos herbarios de especies vegetales de Juan Fernández, junto a otros elementos.

Arqueología del archipiélago Juan Fernández

Ubicado a unos 700 km del litoral central, está formado por tres islas: Robinson Crusoe (93 km2ZW), Alejandro Selkirk (85 km2) y Santa Clara (9 km2). Las islas son de naturaleza volcánica, en las que abundan acantilados y montañas abruptas. En la isla Robinson Crusoe se encuentra el único poblado habitado durante todo el año: San Juan Bautista. Esta isla no tiene ríos, existiendo sólo algunos pequeños esteros que se deslizan desde las alturas al mar, en distintos sectores de la isla, algunos son permanentes y abastecen de agua a los habitantes de la isla. Su clima es húmedo, con precipitaciones que alcanzan los 1.100 mm anuales y la temperatura media es de 14°C (Cáceres y Saavedra, 2004).

Fue descubierto en 1574 por el marino español del mismo nombre, y desde ese momento este archipiélago sirvió de refugio y lugar de paso esporádico de abastecimiento a navegantes, piratas y corsarios en el océano Pacífico, donde se aprovisionaban de agua, de vegetales para evitar el escorbuto y se reponían del cansancio producido por el cruce ya sea del estrecho de Magallanes como del Cabo de Hornos y de sus incursiones a costas chilenas y peruanas. Estas circunstancias fueron el detonante para que la Corona española decidiera tomar posesión y poblar la isla de Más a Tierra (hoy Robinson Crusoe), construir un fuerte en la bahía principal y algunas baterías en otros lugares estratégicos, como Puerto Francés, Puerto Inglés y Villagra. Otra tarea encomendada fue realizar un levantamiento del plano de la isla a ser utilizado por la Corona, pues hasta el momento sólo se conocía uno realizado por un tripulante de la expedición de Lord Anson (Sobrecasas 1962).

España coloniza el lugar con un asentamiento permanente en 1749. Para lograr dicho objetivo se envían a Juan Fernández 62 soldados y 171 colonos. Es en esa época que se funda una fortificación, pero al parecer este asentamiento no prospera. 

A fines del siglo XIX hay otra oleada de colonos que serían los antepasados de muchos de los habitantes actuales, fue encabezada por el barón Alfredo de Rodt, aunque los autores sostienen que la isla nunca dejó de estar habitada (Encina 1945; Guarda 1990; Vicuña Mackenna 1883).

A  partir de diversos estudios se han identificado al menos 3 sitios arqueológicos: Cañones Playa, Cañones Acantilado y Cueva de Selkirk. Destacando el sitio "cueva de Alejandro Selkirk", llamada así porque  allí habría vivido el famoso naufrago escocés por cuatro años y medio, posteriormente dando origen a la famosa novela Robinson Crusoe. En esta cueva, a partir de las excavaciones arqueológicas, se lograron definir 2 ocupaciones importantes: 

  1. Una primera ocupación donde destaca la presencia de fragmentos cerámicos y la ausencia de  loza. Las cerámicas fueron datadas por la técnica de Termoluminiscencia (TL) y coinciden con el período de la primera ocupación del siglo XVIII.

2. Una segunda ocupación más moderna, donde destaca la presencia de fragmentos de diversas vasijas de mesa asociadas a orbitas industriales cómo la loza tipo pearlware y sobre todo whiteware, que da una cronología relativa que permite asociarla a la ocupación del siglo XIX.

A partir del análisis de otros materiales registrados, se puede establecer que la cueva fue de uso esporádico para consumo y procesamiento de alimento. Los restos recuperados son principalmente de productos del mar tales como conchas, vértebras y espinas de pescado y en menor medida restos óseos de mamíferos marinos y terrestres El análisis del material lítico (instrumentos de piedra) y su estudio de las micro huellas en estos líticos arqueológicos, nos habla de que se llevaron a cabo actividades de corte y raspado, que se podrían relacionar quizás con construcciones de madera para refugios.

Destaca también la presencia de líticos de época histórica, como los llamados chisperos que se usaban con armas de fuego. Esta cueva fue utilizada en forma esporádica también por los habitantes del pueblo, por períodos de dos a tres días y principalmente en época estival.

Se pudo establecer además que Puerto Inglés tuvo una importancia significativa para los primeros colonizadores de la isla, lo que se comprueba con la instalación en ella de una batería conformada por cuatro cañones, con el fin de protegerla de piratas y corsarios europeos que asolaban las costas del Pacífico occidental y que usaban la isla como lugar de protección y de acopio de alimentos necesarios para continuar sus correrías en estas latitudes (Cáceres y Saavedra, 2004).

El tesoro de Juan Fernández

El Parque Nacional Archipiélago Juan Fernández (PNAJF) es un territorio rico en biodiversidad marina y terrestre, tal es así que fue declarado Reserva de la Biósfera por la UNESCO en 1977. Conformado por las islas Santa Clara, Alejandro Selkirk y Robinson Crusoe, esta última alberga al único poblado habitado: San Juan Bautista. Allí, rodeado por el mar y por los mitos, se encontraría un antiguo tesoro buscado afanosamente en las últimas décadas, valorado en cerca de $10 mil millones y que contemplaría 800 barriles con monedas de oro, joyas y piedras preciosas.

La historia cuenta que en 1714, Juan Esteban Ubilla y Echeverría, general de la flota española que permanecía en Veracruz, México, llegó con un tesoro a Juan Fernández. Los archivos indican que la razón para hacerlo fue que en medio de la Guerra de Sucesión Española —entre 1700 y 1715 aproximadamente—, Ubilla descubrió una conspiración contra los Borbones, en la cual un sector de la nobleza “requisaba” riquezas en beneficio de los Habsburgos. Para evitar que esto le sucediera, Ubilla decidió esconder el tesoro en la isla Robinson Crusoe para luego, con ayuda secreta de los británicos, rescatar el botín, el cual nunca llegó a ser recuperado.

Esta apasionante historia continúa en 1950, cuando fueron encontradas en el norte de Inglaterra unas cartas que indicaban, en forma codificada, el lugar donde se encontraría el tesoro. Estas cartas llegaron a manos del chileno Luis Cousiño quien buscó, sin éxito, el tesoro en el sector del poblado de San Juan Bautista.

Posteriormente, María Eugenia Beéche, nuera de Don Luis Cousiño y residente isleña, conservó cartas y un inventario del tesoro. Esta información fue transmitida al historiador y buscador de tesoros estadounidense de origen holandés, Bernard Keiser, quién desde 1998, ha realizado numerosas campañas para la búsqueda del botín.

Durante dos décadas la modalidad de trabajo que utilizó Keiser en esta área protegida fue la excavación con pala y picota, siempre en conjunto con arqueólogos y especialistas chilenos, pero en noviembre de 2019 la forma de trabajo cambió radicalmente al introducirse maquinaria pesada. Una retroexcavadora con un martillo mecanizado se instaló en el Parque Nacional generando una controvertida polémica ambiental y patrimonial.

Se encuentre o no el famoso tesoro, Juan Fernández alberga un verdadero tesoro que radica en su biodiversidad natural, su historia cultural y sus habitantes, que han sido capaces de resistir innumerables penurias, tales como tsunamis y accidentes aéreos, y se han sabido sobreponer, sobreviviendo y protegiendo su territorio y entorno.

Finalmente, la historia cultural de los pueblos es uno de los principales tesoros que como sociedad podemos guardar, y la arqueología es fundamental en esta construcción histórica, así como la protección del patrimonio natural.

 

Gabriela Carmona S. / Arqueóloga / Museo de Historia Natural de Valparaíso.

 

Galería

Miniatura
Miniatura
Miniatura
Miniatura
Miniatura
Miniatura

Contenidos relacionados